La docilidad y energía de la yegua, garantía de éxito futuro

Afirma en sus escritos el gran criador e historiador chileno don Francisco Antonio Encina Armanet:

“Todo criador experimentado sabe que el temperamento, la energía y las aptitudes de los productos dependen más, en la raza caballar, de la madre que, del padre, a la inversa de lo que ocurre con la estructura o forma”. 

Para los que no conocen como fue su faceta de criador de caballos chilenos en su criadero El Durazno, les recuerdo que crio a Afeitada, Lila, Macedonia, Damasco, El Batro, Magnolia I, Alfombrilla, Estoquillo, Manzano, Orquídea, Retama, Penumbra, Trinitaria, Volador, Golondrina II, Luminaria, Astil, Volador II, Cóndor III, Corzo II, Lustre, Pelota 2, Topo, Bacalao 2, Apir II, la mayoría caballos muy trascendentes.   

Hago esta acotación para que aprecien toda su experiencia como criador y estudioso. Fue además destacado jurado de exposiciones en la Quinta Normal.

Don Francisco nos enseña una verdad inmensa, que justifica plenamente buscar buenas madres, pero en que consiste aquello.

En lo personal tengo el ejemplo muy claro de dos yeguas que reproduzco, ambas de gran sello racial y buena estructura, de harto centro, acarneradas, buenas de abajo, muy bien pegadas, patas cortas, adornadas, pero una de un carácter muy difícil y la otra de una mansedumbre excepcional, ambas sin nada de pesebrera, han vivido sueltas a potrero y solo están mansas de cabestro.

Y en su reproducción, con tres crías cada una el resultado es exacto al afirmado por Don Francisco, en relación a dar crías del temperamento de la madres y estructuras de los potros que se cruzaron.  Es casi matemático, sobre todo cuando no se dispones de la prepotencia de un Jefe de Raza, en que la situación puede cambiar, pero en potros normales esta es la situación.

Por ello madres destacadas dieron grandes productos, hablamos a través del tiempo de Mezcla madre de Cristal I, Bureo y Angamos II; Bandurria madre de Alcatraz, Guitarra 2 y Paquita; Zancadilla madre de Andrajo, Chicharrón y Tostadita; Rigurosa madre de Ñipan, Rigor y Recacha; Reserva madre de Estribillo y Huasita; Talavera madre de Taco, Talavera II y Tabacón; Percala madre de Bellaco, Primavera y Zarca; en fin, ejemplos hay muchos.

De las yeguas arriba mencionadas Mezcla fue la mejor yegua de obra de Aculeo en su época, Bandurria fue legendaria por su calidad como buena de montura, Zancadilla extra de corrales, Rigurosa una de las mejores vaqueras de su tiempo, Reserva, linda y muy buena de riendas, Talavera muy bonita y muy buena de vacas y riendas, Percala de las mejores yeguas vaqueras de todos los tiempos.

El “ojo” de todo criador es sacar lo mejor de los productos que genere con sus madres y los potros que use, dosificando todos los componentes para obtener caballos los más correcto en relación a la morfología ideal, mansos y dóciles dentro de lo posible, y que ambas corrientes le entreguen un caballo muy bueno de montura, rienda y vacas, finalidad de toda crianza profesional.

Para llegar a ese idealizado buen ejemplar, además de lo anterior es necesario entregar al “amansador” y posteriormente al “arreglador” de todo este bagaje genético que el ejemplar carga, para que este pueda aplicar las técnicas necesarias a cada ejemplar, y lograr de ellos lo mejor.

Es muy común escuchar los que dicen, como ley inamovible: “este potro da sus hijos con estas condiciones, este otro de distinta manera, así todas las crías catalogadas según su padre” y nadie se esfuerza en lo más mínimo en averiguar cómo fue la madre de cada cual, que es el carácter que manda.
Caso clásico es escuchar cuando dicen: “esta cruza pegó”, considerada una suerte no por aspectos técnicos y fundamentales zootécnicos que debe conocer un criador.

En los Libros de Registro de los criadores antiguos del 1900 al 1950, viene escrito todo este detalle en forma individual de cada ejemplar, para luego darle el curso indicado.

Así se hizo la raza y se logró el vaquero que hoy tenemos.
Grandes criadores que además tenían “corrales”, hablamos de Miguel Letelier, Lito Anguita, Edmundo Moller, Darío Pavez G., Alberto Schwalm, Ramón Cardemil, Santiago Urrutia, Samuel Parot, en épocas más lejanas, y en la actualidad El Principio, Agua de los Campos, Santa Isabel, Peleco, en que sus propietarios y encargados tiene una relación muy directa con la crianza, el trabajo de potros y yeguas que reproducen, además del arreglo de sus caballos, con lo cual se establece una cadena perfecta y el éxito está a la vista.

Conocí a la mayoría de los nombrados y converse y acompañe a ver caballos a muchos de ellos, y cada vez que compraban un ejemplar para incorporarlo a sus crianzas, averiguaban hasta los más mínimos detalles desde las abuelas de cada ejemplar en adelante en cada caso, con todas las personas que habían tenido algo que ver en la vida de ellos, desde antes de nacer.  Y siempre surgían detalles desconocidos por los propios criadores, que ellos meditaban y al final sacaban su propia conclusión y procedían a adquirirlo o rechazarlo. 

Ya mirado en la proyección del tiempo creo que muy pocas veces se equivocaron en su apreciación y muchos tal vez ninguna.

Disponer de una madre adecuada, buscar el potro correcto es recién el comienzo de una linda aventura que significa criar y tener éxito con ella. Solo pueden considerar éxito, los que dejan huella con sus caballos y que sean trascendentes a la raza y al deporte vaquero. 

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