A fines del siglo XIX los misioneros franciscanos que se encontraban evangelizando los diversos pueblos asentados en esta zona del sur de Chile, tenía…
A fines del siglo XIX los misioneros franciscanos que se encontraban evangelizando los diversos pueblos asentados en esta zona del sur de Chile, tenían como principal ruta nuestra serranía cordillerana.
El sacerdote Luis Mansilla, destinado a la misión de Santa Rosa de Tucapel, transitaba al igual que muchos otros religiosos por este trayecto. El consigna esos altos cordilleranos como “aquellos solitarios sitios, en donde todo es alegre, pintoresco y encantador”.
Ademas describen las alturas de Nahuelbuta como un gran punto de confluencia con la naturaleza donde los árboles que se asemejan a paraguas (araucarias) se elevan en lo alto y se adornan con la típica barba blanca.
Por otro lado el señor Ignacio Domeyko declamaba las siguientes palabras: “En la cima horizontal del árbol donde maduran los piñones, el verdadero pan de los indios, que la naturaleza, pródigo en extremo, suministra a estos pueblos”.
En estos trayectos era habitual pasar por El Chacay, donde Don Fidel Cáceres poseía un aserradero de raulí, (que despues perteneció a a su hijo Anselmo Caceres Osses casado con Teresa Maldonado Brandt), en este lugar descansaban y seguían camino abajo en las quebradas de Pillin-Pilli.
Los habituales viajes desde Angol a Cañete y viceversa se resumían en largos trayectos, acompañados de caballos, que habitualmente se realizan entre las tres de la mañana y las dos de la tarde.
“…Desde allí se divisa la ciudad de Cañete, como si fuera un montón de tejas sobre aquella planicie, atendida la distancia que se encuentra a la vista del espectador. Tambien se ve en lontananza, la isla de la Mocha al sur poniente, y de la fundación de Lota el humo que sale de las chimeneas…”
Extractos: Las Misiones Franciscanas de La Araucania, Luis Mansilla
Agrupacion Cultural ARTIS, Cañete