Noemí Peña, telarista: Enseñar a otros es una bendición

Por Nicolás Parra/Cinthia Baza

Noemí Peña Peña es una destacada telarista oriunda de Cañete. A los siete años su abuela sin saber la introdujo en este arte, el cual, con el tiempo, se transformó en su pasión. Desde septiembre de 2015, Noemí dicta talleres de esta disciplina en Parque Eólico Lebu-Toro, con el propósito de rescatar las raíces del pueblo mapuche.

La artista nació específicamente en Collico, una pequeña localidad perteneciente a  la comuna de Cañete. “Desde ahí, cuando abrí mis ojos vi el telar en mi casa, porque era el oficio de mi abuela. Yo antes tejía los marquitos de los espejos que se rompían, entonces yo enhebraba las lanas. Me acuerdo que me subía en el entretecho para que nadie me viera. Después pasaron los años y empecé a trabajar en esto”, evoca, recordando a su abuela, Ignacia Maribur, otra destacada artesana de la zona.

-¿Ella era su modelo entonces?

Sí. Yo aprendí de ella a los siete años. La veía tejiendo y a mí me daba la curiosidad de tejer. Eso sí, ella tejía en ñocha. Yo igual conozco el método, pero no es lo mío, la fibra es distinta.

Entre risas, Noemí cuenta que con el paso del tiempo superó a su abuela. “Empecé a hacer cosas nuevas, innovaba, empecé a usar mi creatividad”, dice.

-¿Cómo se hace para incorporar la innovación en un arte tan antiguo?

-Precisamente usando esa creatividad. Es un talento que Dios me da. Soy creyente y eso me entrega la fortaleza a diario.

-¿Cómo este arte se transformó en su profesión?

 -Me casé, tuve dos hijos y me dediqué a ser dueña de casa, pero debo reconocer que no era lo mío. Cuando empezaron a faltar los recursos compré lanas para trabajar en telares.

Al cabo de un tiempo, Noemí comenzó a ser reconocida por su labor. Gracias a eso se adjudicó un Capital Semilla de Sercotec. “Me conocieron por los trabajos que estaba haciendo, porque innové: hice individuales de hilo, cinturones en hilo, pero con un bolsillo oculto, y ahí me gané los fondos”, apunta.

La telarista relata que éste fue un punto de inflexión en su trabajo. “Para mí era todo nuevo, porque yo trabajaba siempre por mis propios medios y nunca había hecho ni defendido un proyecto. Tuve que ir a la Gobernación en Lebu, a un salón, a defenderlo. Yo los miré y dije: aquí hay varios leones preguntándose en qué puedo fallar. Pero como la idea era mía y hacía mi labor, entonces defendí sin vergüenza porque era verdad lo que estaba haciendo. Gracias a eso, luego hice   página web y una revista, en este último publicaba mis catálogos”, detalla.

 -¿Qué hace actualmente?

-Sigo tejiendo. Y ahora doy talleres y capacitaciones. Hace poquito se abrió un cupo para la expo de la Estación Mapocho. Había que postular y en estos momentos están allá mis trabajos. No fui yo personalmente, pero envié a una representante con mis cosas y las de ellas para mostrarlas.

Nunca pensé que iba a quedar porque postulan miles de personas y de todos lados, pero parece que soy reconocida (se ríe).

-¿Cuántas personas trabajan con usted?

-Estoy en dos agrupaciones de mujeres artesanas de la comuna de Cañete. Uno de 15 personas y otro de 40. Postulé a un proyecto en la Municipalidad de esa ciudad y se financió un local. Estuvimos un año y siete meses, pero las ventas no fueron las esperadas.

Labor en Lebu-Toro

Precisamente, uno de los talleres que menciona Noemí se trata del curso de telares impartido por el Parque Eólico Lebu-Toro en varias de las comunidades cercanas a la institución, donde participan mujeres y niños de la zona.

Sobre este tema, apunta que “me gusta enseñar, siempre digo: cuando yo me muera, va a quedar ese recuerdo y otras personas seguirán practicando lo que yo hago”.  “No tengo por qué no mostrar ni enseñar, esto es un arte que sólo Dios lo da. Tiene que seguir avanzando y yo quiero trasmitir esto”, añade.

¿Le ha traspasado estos conocimientos a sus hijos?

-Sí. Mis dos hijos saben la técnica, me gustaría que siguieran en esto, pero ellos deben tomar su propio destino. Estos talleres me han servido mucho a mí, porque les entrego mis conocimientos a otros. Les enseño telar, pero también soy psicóloga para ellas, porque me cuentan sus cosas. Es una terapia. La experiencia del telar va más allá de la técnica. Para mí es una bendición que me reconozcan.

-¿Cómo ve estos talleres en el Parque?

Yo lo veo como escuela de arte. La oportunidad que se les da a las personas es bueno y positivo para las comunidades que están participando. Yo llevo años trabajando y hay que tocar mil puertas, acá están las puertas siempre abiertas.

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