Una de las principales actividades que se realizan en el Parque Eólico Lebu-Toro -además de la generación de energía amigable con el medio ambiente- es la producción de miel. Durante el año en curso se espera superar las dos toneladas de esta sustancia, aumentando con creces los 66 y 900 kilos producidos en 2014 y 2015 respectivamente. Uno de los sellos característicos en la elaboración de este producto es su carácter de orgánico. Esto se da gracias al proceso de reforestación de árboles nativos que llevó adelante el Parque en los últimos años. Dicho tipo de vegetación influye de gran manera en la calidad de miel, especialmente debido a que no son fumigados con químicos que pueden ser nocivos tanto para las abejas, como para el ser humano.
En dicha labor participan dos jóvenes apicultores de los alrededores de Lebu. Uno de ellos es Víctor Pérez, oriundo de la localidad de Ruca Raqui, ubicada en las cercanías de Lebu, en la Región del Bío Bío, Chile. Desde los 12 años se autodenomina como un amante de las abejas y en la última década se ha convertido en un reconocido productor de miel. En la actualidad es padre de una hija de dos años, a quien pretende heredar su pasión. Acá te contamos cómo llegó a trabajar al Parque Eólico Lebu-Toro, sus experiencias en su larga trayectoria, sus expectativas y la importancia del cuidado del medio ambiente.
-¿Cómo surge este amor por las abejas?
-Esta pasión nació cuando yo tenía doce años. En ese entonces tenía un vecino que cuidaba abejas y él me invitaba para que lo fuera a ayudar. Él tenía 200 cajones de abejas y me llevaba para que sacáramos miel. A mí me llamó la atención que bichitos tan chicos fueran tan organizados para trabajar y que dieran tanta miel. Yo empecé a soñar, y dije, “un día me gustaría hacer esto: trabajar con abejas”.
-¿Y cómo pasó de ser un sueño a ser tu fuente de trabajo?
-Un día estuve a punto de comprar cinco cajones de abejas, pero mis papás no me dejaron. Ahí tenía 17 años, y al final no quise comprar. Pasaron los años y cuando cumplí 25 años me fui a Arauco a trabajar como ayudante de topógrafo en la Celulosa Arauco. En ese tiempo creo que compré dos cajones, pero me quedé ahí otros seis años. Para cuando se terminó ese proyecto ya había logrado comprar 15 cajones de abejas, así que me fui al campo a trabajarlas. Hice mi casa y mi taller, una sala de materiales, sala de extracción de miel, todo. Comencé a vender abejas y miel, y ahora ya tengo más de 150 cajones en mi trabajo particular.
-¿Es ahí cuando te contactan desde el Parque?
-Sí. Ellos llegaron al taller preguntando por mí. Me preguntaron hartas cosas: cómo llegué, cómo era mi producción, mi trayectoria. Mi experiencia acá ha sido buena, me han tratado bien. Mientras estén involucradas las abejas, yo soy feliz.
-¿Cómo ha sido la producción de miel en el Parque?
-Aquí en el Parque se empezó con cinco cajones y después se subió a 10 cajones. La primera cosecha fue de 66 kilos y ha ido subiendo. Este año esperamos crecer más. Se va a trabajar desde la primavera a marzo y creo que pasaremos los 2 mil kilos. Además, acá este año en el parque van a empezar a crear nuevos productos: jabón, champú, miel con sabores. Hay hartos proyectos y yo veré la atención de las abejas. Hay otra persona que está haciendo cursos para este tipo de creaciones.
-¿Y qué tal la calidad?
– Acá nos fijamos más en la calidad que en cantidad y cuidar de que sean libres de contaminantes. Se podría decir que la miel que producimos es orgánica, porque nadie fumiga los árboles del Parque. La calidad de las flores también ayuda porque estamos hablando de árboles nativos: Ulmo, Maqui, Arrayán, Avellano, entre otros. Esperamos proyectar y poder plantar más de este tipo de plantas. En Lebu la miel por lo general es de muy buena calidad, a diferencia del norte, porque la flora allá es más artificial y con fumigación. Acá son árboles que tienen entre 30, 80, 100 años.
Tras largas horas de observar a las abejas, Víctor se percató de que existían ciertos patrones en la comunicación entre esta especie. Dentro de ellos destaca que para señalizar dónde se encontraba el néctar, éstas apuntaban con sus alas a la dirección donde se debía ir.
Paralelo a este dato aportado por el apicultor principal del Parque Eólico Lebu-Toro, un artículo publicado por la National Geographic, indica que “…las abejas han desarrollado formas complejas de comunicación y de ellas depende en gran medida su supervivencia como grupo. De hecho, tal es el funcionamiento de estas sociedades que en ocasiones se llegan a contemplar en sí mismas como un solo organismo”.
Entorno y daños provocados por el ser humano
De acuerdo a Víctor Pérez una de las principales amenazas que han debido enfrentar las abejas tiene directa relación con la intervención de los humanos. Así también lo señala una noticia difundida por la BBC Mundo, que indica “los científicos han revelado que las abejas producen una mayor cantidad de un compuesto químico clave que les defiende de los microbios cuando se alimentan del polen de plantas de diferentes especies. Es por eso que los investigadores creen que la pérdida en la diversidad de plantas podría estar dañando el sistema inmunológico de estos insectos”.
-¿Cómo es el cuidado que se les entrega a las abejas en el Parque?
La idea de nosotros es mantener a las abejas sanas, en un entorno de limpieza y darles vitaminas para poder tenerlas vivas. Si no se cuidan vienen problemas como las varroas, que es un bicho como las pulgas, que les cortan las alas y se ubican en la cabeza.
-¿Qué problemas son los más perjudiciales?
-Yo diría que uno de los principales problemas es la chaqueta amarilla, y lo peor es que es una especie introducida a nuestro país por el ser humano. La chaqueta amarilla llegó de afuera y es un grave problema para la apicultura. El cajón de abeja estando muy débil, teniendo harta miel, y teniendo pocas abejas, la avispa lo que hace es atacar el cajón. Se matan unas con otras. Y eso ha pasado en varias partes, y los apicultores pierden todos sus cajones por esto. Es muy complicado.
Además, en esta zona, uno de los problemas más grandes tiene que ver con que los productos químicos están dañando mucho a las abejas. Por eso es importante tener árboles nativos. Si no hubiesen dañado tanto las forestales a los ecosistemas en general, las abejas serían más productivas. Tiempo atrás, pasaban fumigando en aviones y eso era terrible para las abejas, porque llegaban contaminadas a sus cajones y mataban todas las familias.
-¿De qué manera podemos ayudarlas?
-Plantando flores, árboles nativos. Esa es la manera de ayudar. Uno también puede contribuir, quizás los nativos son muy lentos, pero se puede plantar maqui, crece muy rápido, tiene buenas propiedades y da harto néctar. El quillay, zarza, también es súper bueno. Hay que pensar en las nuevas generaciones, teniendo conciencia en el cuidado de las abejas.
El artículo mencionado anteriormente reafirma la declaración de Víctor, pues alude a que una mayor plantación de flora silvestre ayudaría a que las abejas tengan una mejor calidad de vida y reproducción.
En un futuro cercano Parque Eólico Lebu-Toro espera poder abrir al mercado general su producción de miel, puesto que actualmente los permisos sanitarios se encuentran aún en trámite.